domingo, 24 de julio de 2016

El crack de 2008. El nuevo modelo económico y energético sostenible

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Los grandes acontecimientos históricos que cambian el mundo necesitan perspectiva temporal para poder ser asumidos y tratados como tales. Quizás aun es muy reciente la crisis financiera que azotó todo el planeta en el año 2008, con la explosión de la burbuja inmobiliaria de las hipotecas subprime en Estados Unidos, para tratarlo como un hecho trascendental que ha significado un punto de inflexión en la economía y la sociedad global.

Sin embargo, analizando la evolución de los acontecimientos que se produjeron y aun continúan produciéndose, con posterioridad a ese año, podemos afirmar que el estallido de la burbuja inmobiliaria supone uno de esos hechos trascendentales e históricos que serán estudiados por economistas y políticos en el futuro.

La trascendencia de ese acontecimiento radica en que el modelo financiero y económico establecido hasta la fecha muestra síntomas de agotamiento y de fallos estructurales importantes.

No obstante, aplicando una lógica razonable, cualquiera puede comprender las carencias del modelo. Desde siempre nuestros padres y abuelos nos han enseñado que no debemos vivir por encima de nuestras posibilidades. Que debemos adaptarnos a un presupuesto y ajustarnos a él. Que si ganamos 1.000 no debemos gastarnos 2.000 y que debemos solicitar préstamos que vayamos a poder pagar con cierta solvencia.

Ninguna de estas recomendaciones se tiene en cuenta en el mercado financiero global. Nos hemos acostumbrado a usar y a abusar del crédito. De hecho, desde finales de la Segunda Guerra Mundial el modelo de crecimiento económico del mundo se basa en el apoyo del crédito para conseguir producir más allá de la capacidad económica real de un país.

La generación de empleo y riqueza sólo es posible si el PIB de una economía se incrementa todos los años y ese incremento del PIB está supeditado a un incremento del consumo, tanto interno como externo, de las distintas economías. Por lo tanto, si se produce una disminución en el consumo de forma generalizada y constante, todo el castillo de naipes, que es la economía global, se viene abajo.

Los distintos gobiernos de los países que forman la Unión Europea han perdido la capacidad de controlar sus propias economías. Al no controlar el dinero en circulación, los tipos de interés, el déficit que están dispuestos a asumir y el nivel de endeudamiento, son meras marionetas que deben acatar las imposiciones que desde los distintos organismos comunitarios les establecen.

Por lo tanto, se pierde autonomía y capacidad de liderazgo a favor de los dictámenes globales que se dan por buenos. Sólo cabe alguna que otra pataleta por parte de los distintos gobiernos cuando se considera que el castigo es demasiado grande por alguna “trastada”, como puede ser el no haber cumplido los objetivos de déficit.

Cabe por lo tanto reflexionar si esta pérdida de iniciativa y coraje es beneficiosa para cada país, o no. Volviendo al símil anterior. ¿Es beneficioso para un hijo estar siempre bajo el respaldo y la tutela de su padre? O más bien, por el contrario, ¿Es mejor, tanto para el padre como para el propio hijo, que este se independice y tome sus propias decisiones aun a riesgo de equivocarse?

La situación económica global, con una crisis institucionalizada, requiere de nuevos planteamientos estratégicos que permitan la sostenibilidad de toda la población con garantías. La llamada economía verde basada en la protección ambiental y el uso de sistemas energéticos renovables (energiewende, como lo llaman en Alemania) se vislumbra como una alternativa cada vez más consagrada por su capacidad de generación de empleo y riqueza local.

Sólo de esta forma puede recuperarse el liderazgo productivo que permita establecer una ventaja competitiva que aumente la producción local. Un mundo globalizado, como el actual, en el que el transporte de mercancías es prácticamente inmediato entre los extremos más alejados del planeta, necesita ventajas competitivas locales que posibiliten el desarrollo económico en cada zona.


Sin embargo, es necesario un auténtico liderazgo político que permita el desarrollo de este modelo por encima del status quo establecido. En tiempos de crisis es necesario buscar alternativas más allá de los dictámenes impuestos, ya que sólo de esta forma se puede dar respuesta a los nuevos retos y necesidades de la población.

martes, 12 de julio de 2016

Amperios y Amperios hora

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La capacidad de una batería, también denominada carga eléctrica, se mide en Ah (Amperios hora). Indica la cantidad de carga eléctrica que pasa por los terminales de una batería si esta proporciona una corriente eléctrica de 1 A durante una hora.

Por capacidad de una batería entenderemos, por tanto, la cantidad de electricidad que puede almacenar durante la carga y devolver durante la descarga.

Por ejemplo, una batería con una capacidad de 60 Ah podría suministrar energía a un consumidor de 10 A durante seis horas, o bien, suministrar energía de 6 A durante diez horas.

Estas unidades (Ah y A) están relacionadas entre si, al igual que ocurre con las unidades de potencia (watios) y energía (julio). La fórmula clásica que relaciona estas dos magnitudes es:


donde P es la potencia, medida en watios, W es la fuerza medida en julios y t es el tiempo medido en segundos.

En cuanto a la potencia eléctrica de un consumidor o un generador, vendrá dada por la siguiente relación:


donde P es la potencia, medida en watios, I es la intensidad de la corriente medida en amperios (consumo eléctrico del dispositivo) y T es la tensión eléctrica medida en voltios.

Sustituyendo en las expresiones:


El tiempo de carga o descarga de una batería estará relacionado con la carga eléctrica de la batería y el consumo eléctrico del dispositivo, o dispositivos, a los que esté conectada, como se indica en la siguiente expresión:


Ejemplo 1: Calcular durante cuanto tiempo podría una batería de un automóvil de 60 Ah, mantener encendidas las luces de posición del vehículo, sabiendo que tiene cuatro bombillas de 5 W cada una.





En el Sistema Internacional la unidad de carga eléctrica es el culombio (C). Siendo 1 Ah equivalente a 3.600 C y por lo tanto 1 A · s = 1C. (1 hora son 3.600 segundos).

La unidad utilizada para medir la energía acumulada en una batería es el Julio. De esta forma, para calcular la energía máxima que podrá acumular una batería, deberemos utilizar la siguiente expresión:



Ejemplo 2: Calcular la energía acumulada en la batería de un vehículo que tiene 640 A de intensidad de corriente.

domingo, 10 de julio de 2016

Centrales reversibles de bombeo flexibles

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En Europa se ha impulsado el proyecto eStorage[1] con el objetivo de llegar a almacenar 2.290 GWh de energía mediante un sistema de almacenamiento de energía hidráulica en distintos embalses. El desarrollo del proyecto permitirá multiplicar por siete el almacenamiento de energía de las centrales hidráulicas en la UE.

Mediante un sistema de información geográfica se han localizado las ubicaciones posibles de centrales eléctricas reversibles. Comunicando dos o más centrales hidroeléctricas se puede incrementar la disponibilidad energética sin tener que construir nuevas centrales, lo que implicaría un menor coste para todo el sistema.

Tanto las ubicaciones más idóneas, como el detalle de su funcionamiento siguiendo criterios nacionales y regionales ya se han realizado, lo que ha permitido tener una lista de emplazamientos posibles clasificados según el potencial de almacenamiento.

Las zonas con mayor potencial están situadas en Noruega y Suiza, así como Austria, Italia, Francia y España.

Las centrales reversibles convencionales, aunque más eficientes que las centrales hidroeléctricas clásicas, tienen el inconveniente de poder regular la potencia sólo en modo generación, no en modo bombeo.


[1] Mas información sobre el proyecto en: www.estorage-project.eu

miércoles, 6 de julio de 2016

Impuesto al Sol

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La ley en relación con el autoconsumo, tiene por finalidad garantizar un desarrollo ordenado de la actividad, compatible con la necesidad de garantizar la sostenibilidad técnica y económica del sistema eléctrico en su conjunto. 

En este sentido, el articulado de dicha ley establece la obligación de las instalaciones de autoconsumo de contribuir a la financiación de los costes y servicios del sistema en la misma cuantía que el resto de los consumidores. De manera simplificada, los consumidores eléctricos abonan en sus facturas tres conceptos económicos:

  1. El coste de las redes,
  2. El resto de costes del sistema (fundamentalmente retribución a las renovables, cogeneración y residuos) y
  3. La energía (incluyendo el respaldo del sistema).
Así los consumidores que realizan autoconsumo abonarán los peajes de acceso a las redes de transporte y distribución como contribución a la cobertura de los costes de dichas redes y serán abonados por el uso real que se realiza de ellas, es decir, por la potencia contratada y la energía medida en el punto frontera asociada a ella.

Los cargos serán de aplicación a todos los consumidores como contribución a otros costes del sistema eléctrico que son, principalmente:

  1. Los destinados a cubrir las cuantías que correspondan del régimen retributivo específico de la actividad de generación a partir de fuentes de energía renovables, cogeneración de alta eficiencia y residuos,
  2. De la retribución del extracoste de la actividad de producción en los sistemas eléctricos en los territorios no peninsulares, y
  3. Las anualidades correspondientes al déficit del sistema eléctrico, con sus correspondientes intereses y ajustes.
Estos costes derivados de decisiones de política energética, deberán ser financiados por los consumidores conectados al sistema eléctrico, de manera "solidaria".

La gran polémica que el Real Decreto ha generado en la opinión pública, asociaciones empresariales y partidos políticos en la oposición, viene derivada por los costes que el autoconsumidor debe asumir como consecuencia del denominado respaldo solidario del sistema. Este es el denominado popularmente como “impuesto al sol”.

El ejecutivo justifica su implantación, porque el autoconsumidor tiene a su disposición una red eléctrica que podrá utilizar cuando quiera y por lo tanto debe pagar por ello. El problema es que este pago debe realizarlo utilice o no utilice la red eléctrica.

En el Real Decreto existe una disposición transitoria que en principio deja exento de pago de este impuesto a ciertas instalaciones. Sin embargo, una disposición transitoria puede eliminarse o modificarse en cualquier momento, por lo que genera gran incertidumbre al posible instalador.

Además, todos los partidos políticos, excepto el del gobierno, han aprobado un manifiesto en el que se comprometen a derogar el Real Decreto cuando alcancen el gobierno.

En cuanto al registro de instalaciones que impone el Real Decreto, ha tenido escasa repercusión, ya que se estima que ha mediados de 2016 sólo estaban inscritas una 20% de las instalaciones de autoconsumo efectivamente en funcionamiento en el país, cuando debían estar ya todas inscritas.  El plazo finalizó en abril de 2016.

Tampoco se conocen sanciones por la falta de registro, aunque el Real Decreto también las regula.

Por último, no se tienen referencias de que ningún usuario haya pagado todavía el “impuesto al sol” aunque las instalaciones inscritas tienen obligación de hacerlo.


No obstante, al existir una legislación que regula el autoconsumo en España, algunos promotores y familias han decidido realizar la instalación y registrarla. Sin duda, una revisión en profundidad del Real Decreto, con una adaptación a la realidad del sector posibilitaría una gran difusión de este sistema energético que no tiene otro objetivo que incrementar la independencia energética del país, mejorar su situación ambiental y reducir el coste de la factura eléctrica de las familias.

sábado, 2 de abril de 2016

Origen de la energía eléctrica consumida en España

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Se ha conocido el último informe de REE en el que pone de manifiesto que en el primer trimestre de 2016 el 50,6% de toda la electricidad consumida en el país ha tenido origen renovable.

La eólica, con el 27,3%, ocupa un lugar destacado en cuanto a producción de energía tanto de origen renovable, como no renovable, ya que es la tecnología que más energía eléctrica aporta a la red. Las siguientes tecnologías que le sigue en el ranking son la energía nuclear y la hidráulica.

El carbón y la cogeneración (con casi un 10% de aportación en cada caso) son las otras tecnologías, por orden de importancia que les siguen.

Destaca en este somero análisis el crecimiento que ha tenido la industria del carbón, en los últimos años, en la producción de energía eléctrica en el país. Esta participación sólo se justifica por dos motivos:

1. La gran disminución de la producción industrial del país, debido a la ya institucionalizada crisis económica, ha permitido que las emisiones globales de CO2 hayan disminuido en los últimos años. Por lo tanto, puede incrementarse la contaminación atmosférica proveniente de centrales térmicas de carbón sin perjudicar seriamente los compromisos en materia de contaminación atmosférica asumidos por España.

2. La situación política delicada del país hace que el gobierno no se plantee más recortes a un sector que tradicionalmente ha sido muy reivindicativo y que ha tenido gran apoyo sindical y social. Las manifestaciones y huelgas de trabajadores del sector minero son, con diferencia, las más violentas y mediáticas que se producen en el país y eso que actualmente no son más de 4.000 empleos los que dependen directamente de este sector. Si lo comparamos con los más de 5.000.000 de desempleados que ha llegado a tener el país el porcentaje de trabajadores afectados es realmente irrisorio.